En 2017 se cumplen 100 años del primer coche de Mitsubishi, el Mitsubihi Modelo A de 1917. No es sin embargo hasta 1960, bien pasada la Segunda Guerra Mundial, cuando Mitsubishi arrancó su era moderna con la llegada del Mitsubishi 500, su primer modelo de producción tras la guerra.
Se trata de un coche utilitario de apenas 3.140 mm de largo, 1.390 mm de ancho y 1.380 mm de alto, por lo que podía alojar a duras penas a cuatro ocupantes. Hasta 1963 se produjeron 13.289 unidades del modelo, que fue sucedido por el Mitsubishi Colt 600.
Como buen utilitario clásico (se vendía solo por 390.000 yenes, unos 3.200 euros de la época) se movía con un sencillo motor monocilíndrico de 493 cc con apenas 21 CV a 5.000 rpm alojado en el eje trasero. La tracción del coche era trasera y el cambio manual de 3 velocidades. Tanto el depósito de combustible de 20 litros de capacidad como la rueda de repuesto estaban escondidos bajo el capó delantero.
El Mitsubishi 500 fue el primer coche de producción japonés que se probó en un túnel de viento. Como resultado nació con un carrocería monocasco que daba un peso al conjunto de solo 490 kilos. La combinación de este motor con el escaso peso daba una velocidad máxima de 90 km/h.
En cuanto a su interior destacaba por lo espartano, con un solo limpiaparabrisas y apenas un intermitente montado en el pilar central. En 1961 la familia creció con el Mitsubishi 500 Super Deluxe, ya con asientos para cinco ocupantes y un motor más capaz de 594 cc y 25 CV que mejoraba sobre todo la aceleración.
Mitsubishi 500 en la competición
Curiosamente Mitsubishi ya hizo sus pinitos desde el primer momento en la competición con el Mitsubishi 500 a pesar de sus contenidas prestaciones. Cuatro unidades del modelo coparon las cuatro primeras posiciones del GP de Macao de 1961 en la categoría de menos de 750 cc, algo que también consiguió en 1962 el Mitsubishi Colt 600 en la misma prueba.
En suma una primera piedra necesaria que ponía las bases para todo lo que vendría detrás de Mitsubishi y que ha llegado hasta nuestros días con sus altibajos.